#30 Un refugio
Antes de que el río fuera río por allí no pasaba nada. No había ninguna fuerza que arrastrara colina abajo. Un día el agua empieza a correr, y si corre frecuentemente, marca la roca y empieza a labrar un cauce.
Antes de que temieras quedarte solo por allí no ocurría nada. No había ninguna emoción que te arrastrara colina abajo. Un día las emociones empiezan a correr, y si corren muy frecuentemente, marcan tu cerebro. La ansiedad por la separación de los padres, si se vuelve costumbre, crea un circuito. El mecanismo que se dispara cuando la madre sale del dormitorio, es el mismo que se activa cuando alguien a quien necesitas te da la espalda. Elevados niveles de cortisol y separaciones prematuras van de la mano. Igual de indefenso está el bebé que el adulto ante ese caudaloso movimiento emocional.
En mi hay cauces profundos que no entiendo. Aceptarlo y ser consciente de que existen me parece la única opción. Conocer nuestros ríos, sobre todo los caudalosos y profundos, para no ahogarse en ellos. Cierro los ojos, inspiro, espiro lentamente. Estoy en un bosque, es luminoso y veo una pequeña casa cerca de un manantial. Esa casita es hogar y refugio. Al entrar noto la calidez, todo entre esas cuatro paredes me invita a quedarme, me siento segura, me siento tranquila.