#12 No me gusta cómo ha quedado
“No me gusta cómo ha quedado”. Así que vuelta a la página en blanco, escribo dos líneas. Pienso de nuevo que no son lo suficientemente buenas. Batalla interna. ¿Lo publico o no lo publico? ¿Tiene sentido?
He escuchado la misma idea de artistas de todo tipo: músicas, ilustradoras, escritoras, escultoras. Cuando se crea no se filtra, eso viene después. Pero como sucede con los sesgos cognitivos, tener el conocimiento de su existencia no te salva de caer en ellos. Yo me critico detrás de cada cosa que hago. De hecho, la única técnica que me está funcionando para evitarlo es la disociación. Esa tendencia a la crítica la llamo la señora Pilar, una jueza con muy mala leche. Cuando aparece imagino que le digo que se vaya a un juzgado y me doy la vuelta.
El problema es que mi poca tolerancia con la señora Pilar se ha trasladado a toda persona en mi vida que critica con facilidad. Todavía me vienen a la mente conversaciones pasadas, en las que tanto otras personas como yo criticamos el trabajo de otros. Si quiero deshacerme de Pilar tengo que cuidar a quienes les dedico tiempo, porque todavía hoy me veo pensando: “Qué chapuza, lo podría hacer mejor”. La diferencia es que ahora la persona que lleva las riendas responde: “pues hazlo”.
Mi proceso creativo se basa en lo más trivial y previsible. Hacer. Escribir, dibujar, diseñar, sin ningún tipo de expectativa ni filtro. Sumergirme profundamente en el proceso para alcanzar esa sensación de total claridad en la práctica. Para, al final, encontrar cierta satisfacción en que las cosas no sean perfectas, que esto es lo mejor que he podido hacer. Cuando ejecuto, floto ligera en mi mundo y el resultado es lo que menos importa. La curiosidad es mi brújula: ¿a dónde vamos hoy?
